JUAN CARLOS DE LA VEGA Publicado Junio 3 Publicado Junio 3 La serpiente mordió a la gallina, y con el veneno ardiendo en su cuerpo, buscó refugio en su gallinero. Pero las demás gallinas prefirieron expulsarla para que el veneno no se propagara. La gallina salió cojeando, llorando de dolor. No por la mordida, sino por el abandono y el desprecio de su propia familia en el momento en que más los necesitaba. Así se fue... ardiendo de fiebre, arrastrando una de sus patas, vulnerable a las noches frías. Con cada paso, una lágrima caía. Las gallinas en el gallinero la vieron alejarse, observando cómo desaparecía en el horizonte. Algunas decían entre sí: — Que se vaya... Morirá lejos de nosotras. Y cuando la gallina finalmente se desvaneció en la inmensidad del horizonte, todas estaban seguras de que había fallecido. Algunas incluso miraban al cielo, esperando ver buitres volando. Pasó el tiempo. Mucho después, un colibrí llegó al gallinero y anunció: — ¡Su hermana está viva! Vive en una cueva muy lejos de aquí. Se recuperó, pero perdió una pata por la mordida de la serpiente. Le cuesta encontrar comida y necesita su ayuda. Hubo un silencio. Luego comenzaron las excusas: — No puedo ir, estoy poniendo huevos... — No puedo ir, estoy buscando maíz... — No puedo ir, tengo que cuidar a mis pollitos... Así, una por una, todas rechazaron la petición. El colibrí regresó a la cueva sin ayuda. Pasó el tiempo nuevamente. Mucho después, el colibrí volvió, pero esta vez con una noticia dolorosa: — Su hermana ha fallecido... Murió sola en la cueva... No hay quien la entierre ni quien la llore. En ese instante, un peso cayó sobre todas. Un profundo lamento llenó el gallinero. Quienes ponían huevos, pararon. Quienes buscaban maíz, dejaron las semillas. Quienes cuidaban polluelos, los olvidaron por un momento. El arrepentimiento dolía más que cualquier veneno. ¿Por qué no fuimos antes?, se preguntaban. Y sin medir la distancia ni el esfuerzo, todas partieron hacia la cueva, llorando y lamentándose. Ahora sí tenían un motivo para verla, pero ya era tarde. Al llegar a la cueva, no encontraron a la gallina... Solo hallaron una carta que decía: "En la vida, muchas veces las personas no cruzan la calle para ayudarte cuando estás vivo, pero cruzan el mundo para enterrarte cuando mueres. Y la mayoría de las lágrimas en los funerales no son de dolor, sino de remordimiento y arrepentimiento." Por eso, si tienes padres que te amaron y no los visitas, haz lo que tengas que hacer ahora que aún viven y no cuando ya no estén vivos. Si tienes amigos que se preocupen por ti hazle saber ahora que viven el apreció que les tienes, pues cuando ya no estén lamentarás no haberle dicho lo importante que es para ti. Si tienes hermanos y hermanas hazle saber que les amas aún a pesar de sus defectos, porque el día que ellos mueran tu conciencia te hará sufrir. Es mejor aprender a amar cuando aún viven nuestros seres queridos, a querer amarlos ya cuando han muerto, pues sería hipocresía mostrar apreció, amor, cariño a un muerto, cuando podemos mostrar todas esas cualidades cuando aún estaba vivo. Citar
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